Lo que si parece sencillo es dividir la Vuelta en tres grandes bloques. El primero de tres días en los Países Bajos. El segundo una semana con etapas por el norte con media montaña. Y el tercero los últimos diez días con la costa de Levante, Andalucía y las etapas de Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid. Y también está bastante claro que va a haber grandes traslados en las jornadas de descanso que separan estos bloques. El primero desde Breda a Vitoria, el segundo desde Asturias a Alicante y el tercero, más corto de Sierra Nevada a Sanlucar de Barrameda para el tercer y último día de asueto.
Tríptico de los Países Bajos
Después del parón de la pandemia, la Vuelta 2022 retoma las etapas que se iban a disputar en 2020 y arrancará en Países Bajos la tarde del viernes 19 de agosto con una crono por equipos totalmente llana de 23 kilómetros. Sin complicaciones técnicas y para volar. Un rara avis últimamente entre las grandes vueltas, que han dejado esta disciplina de lado. La última de la ronda española fue en Alicante en 2019 y ese día se fueron al suelo los equipos de Roglic y Pogacar... primero y tercero respectivamente al final en Madrid.
Las dos etapas en línea en Países Bajos son casi calcadas. Terreno llano, peligro de viento (y de lluvia) ya lo vimos en Dinamarca en el Tour, un puerto de cuarta lejos de meta para decidir al líder de la montaña y previsible llegada al sprint. La tensión la marcará el viento y los kilómetros finales, aunque nunca es tan alta como en el Tour, donde nadie frena en el pelotón. El sábado 20 de agosto serán 175 kilómetros entre ‘s-Hertogenbosch y Utrecht y el domingo 21 de agosto 193 con salida y llegada en Breda.
La Vuelta del Norte
Las seis etapas del norte incluyen montaña y terreno quebrado, aunque no lo suficiente para que la carrera acabe patas arribas. Se va de este a oeste. Del País Vasco a Asturias pasando por Cantabria y norte de León.
El martes 23 de agosto la etapa sale de Vitoria para llanear y afrontar el primer puerto con entidad. Opakua, solo 6 kilómetros, pero al 8 por ciento. Eso sí, lejos de la meta de Laguardia, pero con terreno rompepiernas y el Puerto de Herrera. Desde su cima, 12 kilómetros de baja y dos y medio de subida para un final… peligroso. Previsiblemente solo segunditos entre los favoritos.
La etapa del miércoles 24 de agosto puede destapar las ‘vergüenzas’ de los que no hayan llegado finos a La Vuelta. Es una jornada made in Itzulia, con 185 kilómetros, salida en Irún, recorrido por la costa, tres puertos de tercera y dos subidas al Vivero para acabar en Bilbao. Si estás pensando en una exhibición de Remco Evenepoel, la verdad es que el día se presta a ello. Otra cosa será que en belga quiera optar a la general.
Una de las etapas clave de la Vuelta 2022 será la primera llegada en alto, que además es inédita. Como siempre suele pasar alguno de los favoritos se deja tiempo, aunque no demasiado el Pico Jano, 12 kilómetros al 6,5% es largo y tendido y solo viene precedido de la Collada de Brenes (7 km al 8,2%) y del Puerto de Alisas (8,7 km al 5,8%). La siguiente jornada atraviesa Cantabria para subir el larguísimo San Glorio (22 km al 5,5%) y llanear por la meseta norte hasta la meta de Cistierna.
Los puertos más duros llegan el fin de semana asturiano. Dos jornadas similares, con subida cortas pero duras y sin un centímetro llano. El sábado 27 de agosto la etapa tiene 3.300 metros de desnivel por la montaña central asturiana. Dos segundas de salida, Alto de la Colladona y Alto de Mozqueta. Tres terceras (Santo Emiliano, Tenebreo y Perlavia) y subida final al inédito Collau Fancuaya (10 km al 8,1%), que en su inicio coincide con el puerto de Maravio, pero que tiene un final escondido con rampas por encima del 12%.
El domingo 28 de agosto la carrera se traslada a la zona más oriental con otra etapa muy similar. Tramo llano para empezar, subida al Alto del Tormo (2ª) para abrir boca y desde allí nada llano. Un primera, Mirador del Fito desde Arriondas, y dos terceras, Alto de la Llamo y La Campa antes del durísimo Les Praeres. Una pared de 4 kilómetros al 12,9% de media con alguna rampa a más de 20% y que en 2018 coronó a Simon Yates.
La Vuelta del Sur (y del centro)
Las dos últimas semanas de La Vuelta 2022 (12 etapas) arrancan con una crono en Alicante que se antoja decisiva para el devenir de la carrera. Hasta entonces habrán brillado los escaladores, pero este será un día para especialistas como Remco Evenepoel o Joao Almeida. 30 kilómetros totalmente llanos entre Elche y Alicante, nada técnicos y con posibilidad de que aparezca el viento de costado porque el final es pegado al mar.
Un día propicio para los velocistas con la etapa por las costas murciana y almeriense entre ElPozo (Totana) y el Cabo de Gata y de vuelta a la montaña el miércoles 1 de septiembre. Eso sí, con una etapa unipuerto. Larga, de casi 200 kilómetros, con un recorrido prácticamente plano por la costa de Málaga, pero con llegada la versión más larga de Peñas Blancas. Ya se subió en La Vuelta, pero solo 16 kilómetros. Ahora se ascienden 20 al 6,7%, pero es una media engañosa porque el final tiene rampas del 12 al 14%.
Día de transición propicia para escapadas y velocistas entre Ronda y Montilla que da paso el fin de semana de montaña en Andalucía. Los recorridos casi ‘clavan’ a los de la edición de 2017, con La Pandera y Sierra Nevada como metas. Entonces vencieron Majka y Miguel Angel López respectivamente.
El sábado 3 de septiembre la etapa discurre casi al completo por la provincia de Jaén. Un tercera para abrir boca, el Puerto de las Siete Pilillas y subida final a La Pandera después de ascender los Villares. El final, con 7,8 km al 8,4% esconde en su interior un llano, una bajada y más de dos kilómetros continuos por encima del 12%. Un final muy similar a los dos de Asturias.
Si hay una etapa clave en la Vuelta 2022 es esta. Domingo 4 de septiembre, salida en Martos, final a 2.500 metros de altitud en la Hoya de La Mora y más de 4.000 metros de desnivel. Llega con polémica, ya que la organización solicitó acabar a 300 metros más de altitud, en el Observatorio IRAM, pero la Junta de Andalucía desestimó la opción por el riesgo ecológico que suponía para un parque Natural como el de Sierra Nevada. Aún así, es la única etapa de altísima montaña de La Vuelta y la que, a priori, será decisiva.
Pese a que en el inicio hay terreno para hacerse la fuga, los 60 kilómetros finales son de lo más duro que se puede encontrar en la península. Primero el Purche (Monachil), 9 km al 7,6% pero con un tramo central por encima del 10% de media. Bajada hacia Pinos Genil. Cuatro kilómetros de subida antes de llegar a Güejar Sierra y desde ahí 19 kilómetros a la meta al 8% de media. Es el resultado de unir la ‘imposible’ subida a Hazallanas (7 kilómetros al 10% de media con un tramo central que no baja del 12%) y la larga y tendida ascensión a La Hoya de La Mora, que se corona a 2.512 metros de altitud. Un Galibier (recordando el pasado Tour), pues sí. Incluso con más desnivel acumulado en menos kilómetros.
Jornada de descanso en Andalucia y etapa llana entre Sanlúcar y Tomares que posiblemente será la última oportunidad para los velocistas antes de Madrid. La carrera se adentra en Extremadura con dos llegadas en alto. La primera el miércoles 7 de septiembre no parece que vaya a marcar diferencias, porque pese a que son 10 kilómetros de ascensión hasta el Monasterio de Tentudía solo van al 5%.
Al día siguiente cambia el guión con una etapa complicada por el Parque del Monfragüe porque se sube el Piornal por tres vertientes diferentes en solo 90 kilómetros. La primera por la Desesperá, corta, de solo 4 kilómetros, pero al 9% de media y dos casi idénticas, 13,5 kilómetros al 5%, desde el Monasterio de Yuste y desde Valdastillas. Y, claro, con final en alto. Terreno suficiente para crear diferencias si se consigue aislar a los favoritos.
La penúltima etapa de La Vuelta, con salida y llegada en Talavera de la Reina, puede ser la gran ‘tapada’ de la carrera y una de las jornadas clave. Sobre el papel parece sencilla, solo 138 kilómetros y dos subidas no demasiado duras, 9,3 kilómetros al 5,3 por ciento, al mismo puerto, El Piélago. Y desde la cima hay más de cuarenta kilómetros a meta casi todo bajada y llano. Pero ojo con una salida rápida y las pocas fuerzas que puede haber ese día en el pelotón.
Había una vieja tradición que decía que en la etapa de la Sierra de Guadarrama previa a la meta en Madrid nunca pasaba nada. Se rompió tres veces y de forma espectacular. La primera en 1985 cuando la de Perico y Robert Millar camino de Segovia. La segunda menos recordad en 2003, cuando Roberto Heras le quitó unos segundos clave y mucha moral a Isidro Nozal en Navacerrada antes de la cronoescalda en Abantos. Y la última en 2015 con Aru y Dumoulin como protagonistas y con Mikel Landa como actor secundario, que, en este 2022, espera ser de una vez el principal.
La etapa, con cinco puertos, ronda los 4.000 metros de desnivel. De salida Navacerrada por la vertiente madrileña, la de los campos magnéticos. Terreno rompepiernas hasta el inicio de Navafría (el que haya hecho La Perico lo recordará) y luego el encadenado más mítico de la sierra con dos segundas, Navafría y Canencia, y dos primeras La Morcuera (por su vertiente más dura, la de Aru, Dumoulin y Landa) y el larguísimo Cotos, 10 kilómetros al 7% a los que hay que unir los 6 anteriores desde Rascafría. Pero en este 2022 la meta no está en la cima de Cotos, sino 6 kilómetros más allá, en el falso llano que lo separa de la cima de Navacerrada. Allí se disputará el último maillot rojo, el que dará derecho a ganar La Vuelta el domingo 11 de septiembre en la etapa llana de Madrid.