Este año el Tour decidió que en sus primeras nueve etapas (quedan 11 efectivas por disputarse, porque la 12 es el paseo por París) hubiese un terreno variado en el que los equipos fuertes pudiesen plantar cara a Tadej Pogacar. Los adoquines de Roubaix camino de Arenberg eran una invitación clara al Jumbo Visma de Van Aert y al Ineos de Van Baarle (quizás los dos mejores especialistas del pelotón) a buscarle las vueltas al UAE de Pogacar, que ademas había perdido por Covid a Trentin, su mejor adoquinero.
No hace falta que os explique lo que pasó, porque lo pudisteis ver todos por televisión. El Jumbo Visma se desarboló después de la caída de Roglic y la avería de Vingegaard y bastante tuvo con echar mano de Van Aert para no perder una minutada. El Ineos, con Van Baarle y cuatro aspirantes, Thomas, Yates, Pidcock y Daniel Felipe, se pasó la última parte de los adoquines persiguiendo. ¿En busca de quién iban? Pues de Pogacar, que él solo, sin equipo, decidió arrancar junto a Jasper Stuyven (uno de los que comen adoquines para desayunar) y marcharse por delante de todos los favoritos en los adoquines. La ventaja con Vingegaard y los Ineos estuvo en un minuto, aunque se acabó reduciendo a 15 segundos en meta. No fue tanto el beneficio en tiempo, sino las sensaciones de que el ‘niño’ prodigio del ciclismo estaba más fuerte que nadie y también dominaba el único terreno que le faltaba por ‘pisar’ en competición.
Si entre 2020 y 2021 Pogacar ya había dejado claro que era capaz de ganar en casi cualquier sitio, Lieja-Bastogne- Lieja, Giro de Lombardia, Tirreno-Adriático, Tour de Francia, medalla olímpica, contrarreloj, alta montaña... en este 2022 ha dominado el sterrato en Strade, los adoquines de Flandes (aunque no ganase) y ahora las piedras de Roubaix, las más complicadas del mundo. Va camino de ser un Merckx-Hinault (pese a que el francés odiaba la Paris-Roubaix)
Los adoquines de Roubaix se cobraron dos ‘victimas’ ilustres. Roglic, que se volvió a caer y perdió dos minutos. Y O’Connor, que se dejó más de cuatro y todas las opciones de meterse en el podio. El australiano había sido el único en aguantar a la dupla de Jumbo Visma en Dauphine y llegaba con la vitola de su cuarto puesto en París en 2021.
Repechos y media montaña
Con Pogacar como dominador claro, llegaban cuatro etapas para que Jumbo e Ineos jugasen sus bazas de equipos potentes y le buscaran las vueltas al UAE del esloveno. Pues bien, nada de nada. Los holandeses solo jugaron al despiste con Van Aert (al belga también le despitaron, ojo). El día de Lonwgy con una escapada lejana en la que acabó trabajando él solo y en la media montaña suiza camino del domingo también en fuga, pero sin ningún movimiento trasero de sus líderes. Es cierto que en el repecho final de Lonwgy arrancó Roglic, para que le rematase Pogacar, que en el final en la Planche des Belles Filles atacó en los últimos 150 metros Vingegaard, para que… adivinen, le rematase también Pogacar. Y que en la llegada a Lausana no hicieron trabajar antes a Van Aert… y fue el belga el que ganó a un Pogacar que estaba esperando a Matthews para devolverle los favores al Bike Exchange.
Si lo de Jumbo ha sido, extraño, por definirlo de alguna manera, lo de Ineos es más sencillo de resumir. En la octava etapa tenía a cuatro corredores a menos de dos minutos de Pogacar, Geraint Thomas, Adam Yates, Tom Pidcock y Daniel Felipe Martínez. Suficiente, al menos, para jugar alguna de las bazas en una escapada lejana por las montañas suizas, como hizo Rigobert Urán. Pues bien, el que se metió en la fuga fue Castroviejo y Martínez explotó en el último puerto para perder más de 16 minutos. Uno menos para jugar.
Granon, Galibier y Alpe d’Huez
En esta segunda semana de Tour llega la altísima montaña, algo que todavía no ‘hemos degustado’ (No, la Planche des Belles Filles no es alta montaña). Puertos largos, esfuerzos de más de una hora, más de 2.000 metros de altitud y puertos finales duros que se afrontan con más de 3.500 metros de desnivel en las piernas. Vingegaard, el aspirante, dice que ese tipo de montañas son las que mejor le vienen, que va a hacer calor y que se adapta muy bien y que solo ha perdido 35 segundos con Pogacar en la general. También que tiene a todo el Jumbo a su disposición (otra cosa es que acierten a utilizarlo) y que claro, que no es cuestión de arriesgar antes.
Así que parece que los holandeses van a volver a jugar a eso de poner ritmo fuerte en carrera, esperar al último puerto para soltar a todos los UAE, lanzar a Roglic por delante (si es que está para eso) y esperar que Vingegaard encuentre la debilidad de Pogacar y le suelte de rueda. Esto último no parece lo más probable que vaya a suceder, pero Jumbo suele jugar así.
Lo cierto es que terreno hay de sobra para optar por otras formas de afrontar la carrera. No solo Jumbo, sino también Ineos. La etapa del martes 12 de julio es corta, solo 150 kilómetros, pero no hay ninguno llano y discurre por los Alpes. Puertos cortos y no demasiado duros, en los que se puede meter velocidad y hacer trabajar a los equipos. Y un final en Megeve después de 20 kilómetros de subida al 4%.
La altímisima montaña de Alpes se resumen en dos días. El miércoles 13 de julio Jumbo e Ineos tienen el puerto de paso más duro del ciclismo, Galibier por Telegraphe, para intentar romper la carrera. 32 kilómetros de ascensión (con los 3 de bajada hacia Valloire incluidos) para salvar más de 2.000 metros de desnivel. Los últimos diez kilómetros van casi todos por encima de los 2.000 metros y siempre a más del 8%. Larga bajada sin complicaciones técnicas hasta Serre Chevalier y una ascensión durísima al Col du Granon de más de 10 kilómetros al 9,3% de media y sin ningún descanso.
Y al día siguiente una jornada mítica del Tour y de la historia del ciclismo. Los tres puertos con más nombre de los Alpes. El encadenado, Galibier (por Lautaret), Croix de Fer y Alpe d´Huez con salida en Briancon. Hasta a alguien que no le gusta esto de las bicicletas esperaría que pasasen grandes cosas este día. Es sin duda la etapa reina de este Tour, con sus casi 5.000 metros de desnivel, todos de alta montaña y solo dos tramos ‘llanos’ los enlaces entre Galibier y Croix de Fer y entre este último Alpe d’Huez. 20 llanos de 165 kilómetros totales. No está mal el escenario.
Después de los Alpes queda una jornada de media montaña camino de Saint Etienne, en la que previsiblemente volverán los velocistas (y Van Aert, que le da a todo y querrá asegurar su maillot verde ŠKODA). El sábado 16 de julio se llega a Mendé después de atravesar el Macizo Central. Eso supone cuatro puertos de tercera, un millón de repechos escondidos, 192 kilómetros, más de 4.000 metros de desnivel y un final de tres kilómetros al 10% que lleva el apellido de Laurent Jalabert. Si eres veterano en esto de ver el Tour sabrás que en 1995 la Once de Jalabert (y Manolo Saiz) pusieron contra la cuerdas (un poquito solo) al todopoderoso Miguel Indurain en una etapa similar. No tiene por qué suceder lo mismo, pero terreno hay para jugar, sobre todo porque el domingo 17 de julio, solo hay una etapa llana con final en Carcassone a la espera de los Pirineos.
“Y llegado al final solo has hablado de tres equipos, UAE, Jumbo Visma e Ineos. Que Enric Más está ahí”. Pues eso, está ahí, pero ni él ni Movistar parecen dispuestos a buscar alguna debilidad de Pogacar ni a jugar otras opciones que esperar a que se vayan ‘cayendo’ rivales (el Covid está haciendo estragos) y aspirar al podio en París. Que, ojo, estar ahí en la alta montaña y resistir 20 días de Tour de Francia tiene mucho mérito y más si el premio es salir en la foto de los Campos Elíseos (con un porrón de puntos Pro Tour incluidos), pero de cara al guión de la carrera es un papel poco relevante.