Lo primero que tienes que hacer es apuntar en la agenda que el Tour 2022 no empieza un sábado, sino un viernes, el día uno de julio concretamente. La razón, pues la misma que el Giro y la Vuelta, la carrera no arranca dentro del territorio galo, sino en Dinamarca, y para retornar hace falta una jornada de descanso. ¿Adivinan cuando? pues el primer lunes de Tour. Si, también siguiendo la estela de Giro y Vuelta. Bueno, para que tomen nota. Ningún lunes hay Tour de Francia, por si quieren reservarlo para ir a la piscina y no discutir con su pareja.
Dinamarca, crono y viento
Que el Tour 2022 arranque en Dinamarca significa que en las tres primeras jornadas no hay nada de montaña. Vale, han puesto cotas de un kilómetros porque alguien tiene que vestir el maillot de lunares, pero allí el mayor rival es el viento.
El primer día es un prólogo largo. Crono individual de 13,2 kilómetros (un tercio de la crono larga del penúltimo día) por las calles de Copenhague. Ningún metro de desnivel (sale a 8 metros de altitud, el punto más alto es 15 y acaba a 7, así que echen sus cuentas) y trazado urbano, pero no demasiado complicado. Perfecto para rodadores fuertes tipo Ganna, Bissegger, Kung, Van Aert o Van der Poel. A estos dos últimos les puede poner de favoritos en cualquiera de las etapas de la primera semana. Y al belga también en las dos semanas restantes. Ni Roglic ni Pogacar, los dos máximos favoritos. Deberán pasar problemas aquí.
La segunda etapa busca que el pelotón pelee contra el viento. 202 kilómetros entre Roskilde y Nyborg totalmente llanos. Lo más duro es una cota de 1,4 kilómetros al 5,8% a 115 de meta. Lo innovador son los 18 kilómetros del Puente du Gran Belt, donde sopla el viento de lo lindo y puede que se corte el pelotón. Si sucede… quedarán 20 kilómetros de persecución hasta la meta.
Y el tercer y último dia en Dinamarca está indicado para velocistas. Sagan, Jakobsen, Ewan.. y Van Aert, claro. Seguramente habrá menos viento y las cotas siguen siendo testimoniales. Solo la lluvia, que en Dinamarca no es extraña en verano, puede crear algunas dificultades.
Adoquines, muros y La Planche des Belles Filles
El Tour reanuda su marcha el martes en el norte de Francia. La playa de Dunkerke verá la salida de la cuarta etapa el martes cinco de julio. Aunque la organización pone que es de media montaña, lo cierto es que solo hay seis cotas de cuarta categoría y, una vez más, mucho viento. Es cierto que la última, 900 metros al 7,5%, está a 11 kilómetros de la meta de Calais, pero se antoja demasiado poco para romper el pelotón.
Sobre todo porque el miércoles 6 de julio llegan los adoquines. Y no los ‘sencillos’ de la cercana Flandes, sino las piedras colocadas de cualquier manera de los alrededores de Roubaix. Al Tour le encantan los símbolos y la etapa arranca en Lille, la metrópolis de Roubaix. Los ochenta kilómetros iniciales no tienen adoquines, pese a que circularán a unos metros de Camphin en Pevelé o Carrefour dl Arbre. Pero en los 70 últimos hay 11 tramos. No los busquen en el recorrido de la Paris Roubaix, porque no los encontrarán. Son sectores ‘nuevos’ con suficiente entidad para que dejar todo como el rosario de la aurora (y más si llueve). El último es de Hasnon a Wallers, si, donde está el Bosque de Arenberg. Justo allí acabará la etapa. Pero ojo, sin pasar por el tramo más duro de Roubaix, que solo está reservado para ese día.
No va a pillar por sorpresa a ninguno de los favoritos. Roglic ya corrió en Denain y con buenos resultados. Pogacar y Mas entrenaron allí y hasta Nairo Quintana los ha probado. Pero, eso sí, si hay batalla alguno de los hombres de la general puede perder un tiempo precioso. Los adoquines de Roubaix son cosa de especialistas. Si, Van Aert y Van der Poel, otra vez, que estarán peleando por el Maillot Verde de Skoda.
Y si el miércoles se ‘homenajea’ a los adoquines, para el jueves 7 de julio la sexta etapa toca las Ardenas belgas. No van a hacer ninguno de los muros de la Lieja Bastogne Lieja, pero si los de Binche y con un final tipo Flecha Valona. Es cierto que el ‘Muro de Huy’, la Cote de Pulventeux (800 metros al 12,3% de media) está a seis kilómetros de meta, pero ya dentro de Longwy (Francia) acaban en la Cote des Religieuses (1,5 km al 5,8%) después de 220 kilómetros de etapa. ¿Han pensado en Alaphilippe, verdad? La organización del Tour de Francia también, pero el francés no corre este Tour y puede ser un día para los Pogacar y Roglic. Ambos han hecho podio en Lieja y Flecha Valona.
El viernes 8 de julio llega el primer final en alto. No es una jornada de montaña por los Vosgos como otras veces, sino casi unipuerto. Se suben tres pequeñas cotas de tercera antes de La Super Planche des Belles Filles. El ‘super’ significa que tiene un puntido de dureza más y finaliza en el tramo de sterrato donde en 2019 venció Teuns, Ciccone se vistió de amarillo y Alaphilippe aprovechó para atacar en el sterrato al 24% del final. El morbo vendrá con el reencuentro de Roglic y Pogacar con la montaña que decidió el Tour de 2020…
Suiza, pero sin alta montaña
El Tour acaba su periplo antes de la alta montaña en Suiza. Si, suena raro que en el país de las montañas no haya ninguna etapa especialmente dura, pero la organización no ha querido adelantar acontecimientos.
El sábado 9 de julio la carrera atraviesa el departamento del Jura, que es una zona de media montaña pero sin grandes desniveles, para entrar en Suiza por el cantón de Vaud. Son 183 kilómetros, pero los últimos 40 son en continua bajada hasta Lausana. Eso sí, final explosivo con la subida al Estadio Olímpico. Son cinco kilómetros al 4,6% de media, pero con un tramo de un kilómetro al 12%.
Y antes de la segunda jornada de descanso, el domingo 10 de julio el Tour hace una etapa casi completa por Suiza con, esta vez si, montaña. Tampoco excesivamente dura, pero sin con la Col de la Croix (8,1 km al 7,6%) para despedir tierras suizas y entrar a Francia por el Pas de la Morgins (15,4 km al 6,1%). La cima está a solo seis kilómetros de la meta de Chatel Les Portes du Soleil, los tres primeros en bajada y los siguientes en continuo ascenso.