Gino nació en un pueblo cercano a Florencia y tuvo un origen humilde. Ganó su primera carrera a los 17 años, en 1931, y poco después comenzó su fulgurante carrera. En total, llegó a ganar cinco Grandes Vueltas, nueve títulos de clasificación de montaña entre Giro y Tour, varias vueltas de una semana y más de una docena de clásicas de un día y clásicas antes de que la Segunda Guerra Mundial interrumpiera su racha de victorias. Pero, por otro lado, los tiempos de guerra lanzaron una “carrera” heroica muy diferente para él.
Después de unirse al grupo de resistencia local, Gino pasaba de contrabando documentos de identidad falsos y otros documentos para los refugiados dentro del cuadro de su bicicleta entre Florencia y Asís. Escondió a una familia judía en su sótano hasta que llegaron los aliados. Incluso transportaba personas en un remolque detrás de su bicicleta, convenciendo a los guardias de los puestos de control de que, como famoso campeón de ciclismo, sólo estaba entrenando duro con un peso adicional, y eso es sólo rozar la superficie. Todas estas acciones se castigaban con la tortura y la muerte en aquella época.
La valentía de Gino y el alcance de sus actos sólo han salido a la luz después de su muerte, ya que era reacio a compartirlos con nadie, ni siquiera con su propio hijo Andrea, que finalmente desempeñó un papel fundamental al revelarlos al público. En una entrevista para The Guardian, años después de la muerte de Gino, Andrea Bartali citó las notables palabras de su padre al respecto: “Hay que hacer el bien, pero no hay que hablar de ello. Si hablas de ello, te estás aprovechando de las desgracias de los demás para tu propio beneficio”. Un verdadero testimonio del enfoque de Gino de “poner el dinero donde está la boca”. Por sus increíbles esfuerzos, Bartali fue reconocido póstumamente por el memorial del Holocausto Yad Vashem como Justo entre las Naciones en 2013.
Dado que Bartali falleció en el año 2000, el equipo de rodaje del documental “El Mensajero de la Paz” se encargó de encontrar todos los vínculos que pudieran iluminar el mayor número posible de detalles sobre su estancia en la resistencia y el papel que desempeñó para salvar (según las estimaciones) a cientos de personas, en su mayoría judíos, de una muerte segura. El equipo se embarcó en un viaje tras las huellas de Gino por las carreteras blancas de la Toscana y Umbría para intentar reunir todo el material posible in situ y de personas cercanas a él; incluso recorrieron ellos mismos su ruta de contrabando entre Florencia y Asís. A lo largo de lagos, pueblos tranquilos, pequeñas osterias y ciudades mundialmente conocidas, buscaron respuestas en cada rincón, y nos atrevemos a decir que valió la pena.
El documental es una mezcla bien equilibrada de paseos panorámicos, entrevistas contemporáneas con aquellos que tuvieron la suerte de conocer a Gino, imágenes granuladas en blanco y negro de sus años dorados en las carreras, y unos pocos encuentros preciosos grabados con el difunto Gino Bartali cerca del final de su vida.
Si el cansancio primaveral le está golpeando con fuerza y necesitas una inyección de moral, este documental es la mejor hora y 17 minutos que puedes dedicar una tarde