Sumar juventud, premura y victorias en Grandes Vueltas no es una ecuación que se vea con facilidad el ciclismo. Solo está al alcance de grandes ídolos que llegaron a marcar una era propia en el ciclismo. Lo hizo Fausto Coppi, que con 21 y solo dos años de profesional ganó su primer Giro. Algo más tardó Jacques Anquetil, que hasta los 23 no se llevó su primer Tour. Eddy Merckx tenía 23 años y necesitó cuatro de profesional para ganar su primer Giro e 1968, luego ya no paró. Bernard Hinault tuvo que cumplir 24 y pelearse durante cinco años en profesional para empezar a acumular Tours. Indurain (28 años), Armstrong (28 años) y Froome (26 su primera Vuelta por la eliminación de Cobo) lo hicieron aún más tarde.
Antes que Merckx e Hinault
Con Pogacar estamos en un caso excepcional en el ciclismo. Por lo pronto ya es el ganador más joven del Tour de la era moderna y lo ha confirmado con un segundo Tour (el de 2021) vencido con galones y con una exhibición, la de Le Grand Bornard, al alcance de muy pocos ciclistas. Está en la línea de salida de marcar una época como los Merckx o Hinault, pero la historia del ciclismo también nos recuerda casos de precocidad que no tuvieron continuidad.
Laurent Fignon ganó el primer Tour que disputó en 1983 con solo 23 años, repitió con dominio absoluto en la temporada siguiente y no volvió a subirse a lo más alto del podio de Paris. Lesiones, caídas y los malditos 8 segundos del Tour de 1989 se lo impidieron. Con Jan Ullrich pasó algo similar. En su debut en el Tour 96 sin haber cumplido todavía los 23 años acabó segundo y porque el ganador fue su líder Bjarne Riis. En 1997 se exhibió con dias como el de Arcalis y sacó a Virenque, segundo, más de 9 minutos. Pantani, tercero, acabó a casi cuarto de hora.
Parecía que había ‘kaiser’ del Tour para rato y se tuvo que conformar con ser cuatro veces segundo por detrás de Armstrong.
Lesiones, caídas, rivales…
Para que haya una era Tadej Pogacar necesita salvar los tres problemas que se encontraron Fignon y Ullrich. Lesiones, caídas…. y nuevos rivales. Con el ciclismo hipertecnificado de hoy en día parece raro que un ciclista profesional con los cuidados que tiene Tadej Pogacar pueda sufrir lesiones que no vengan derivadas de caídas. Hinault se fastidió una rodilla por forzar y no escuchar a sus médicos. El bretón es así. A Fignon le pasó algo parecido y luego enganchó un virus raro (lo cuenta en su biografía ‘Eramos jóvenes e inconscientes’). Ullrich no era el mejor ejemplo de cuidarse y solía llegar al mes de marzo y abril con una decena de kilos de más.
Tadej Pogacar tiene a su disposición ahora mismo uno de los equipos con más presupuesto de World Tour, una preparación exclusiva que empezó en enero en la Costa Blanca y ahora sigue en Sierra Nevada y un seguimiento tan exhaustivo que sería extraño que le pasara lo que a Fignon o Ullrich.
Del tema de las caídas no está exento, claro. Pelotones a todo trapo, bajadas con agua, la loca primera semana de Tour… pero tiene una ventaja, ahora mismo corre sin presión por todo lo que ya ha ganado y sabe que en montaña es el más fuerte. El mejor ejemplo lo vimos en el pasado Giro de Lombardia. Ataque a 35 de meta subiendo el Selvino. Más de 40 segundos sobre el grupo de favoritos y en la bajada le atrapó Fausto Masnada, que se conocía la bajada al dedillo porque es de la zona y arriesgó más que nadie. En meta, con un repecho previo para subir a la ciudad vieja de Bérgamo, Tadej no tuvo rival.
Ese punto de tener la situación controlada reduce el riesgo de caídas. Kruisjwijk perdió ‘su’ Giro en el descenso del Agnello después de chocarse con un muro de nieve porque llegó a la cima sin fuerzas ni tiempo para abrigarse después del ataque de Nibali. Ocaña no ganó ‘su’ Tour por arriesgar bajando el Col de Menté cuando tenía a Merckx a un puñado de minutos (el conquense era más de orgullo que de pararse a pensar). A Pogacar, por ejemplo, no le hizo falta jugarse los cuartos bajando el Mont Ventoux porque tenía un colchón suficiente sobre Vingegaard y sabía que después quedaban todos los Pirineos.
Los rivales también cuentan, claro. Por ahora su máximo contrincante es Primoz Roglic, al que ya le ha ganado dos Tour de Francia y con el que ha perdido una Vuelta a España. Ambos son muy similares, fuertes en la crono y en alta montaña, aunque por edad su compatriota tiene un hándicap. En 2022 cumple los 33 años y normalmente a partir de esa edad los ciclistas suelen bajar su rendimiento.
Su gran contrincante generacional podría ser Egan Bernal. Por palmarés, por edad, por su rendimiento en la alta montaña y por correr en Ineos, el equipo con más presupuesto del mundo, podría serlo. Pero ahora mismo su futuro es una incógnita después del grave accidente de hace unos días en Colombia. Vingegaard y Carapaz le acompañaron en 2021 en el podio del Tour, pero no parecen estar a su altura.
Quizás sus grandes enemigos en el futuro hay que buscarlos en la juventud. Remco Evenepoel parece el designado. Con solo 22 años ya ha ganado en pruebas de un día y vueltas pequeñas por etapas. Pero le falta todavía demostrar que puede con la alta montaña y con carreras de tres semanas. Su experiencia negativa en el Giro 2021, después de la lesión de Lombardia 2020, no parece la mejor para tomar referencias.
Juan Ayuso tiene números espectaculares y ganó el Giro de Italia sub-23 a lo Merckx, pero por ahora corre en el mismo equipo que Pogacar y solo ha disputado un puñado de carreras profesionales. Aunque eso de la dualidad de líderes en una misma escuadra ya lo vivimos con el Fignon-Hinault, Lemond-Hinault (si, el francés está en todas), Ullrich-Riis o Wiggins-Froome.
Un calendario 2022 para hacer historia
Si hay algo que diferencia a Tadej Pogacar con los tres anteriores dominadores del Tour (Indurain, Armstrong y Froome) es su capacidad para rendir y ganar en pruebas de un día mientras prepara la carrera francesa. Ya se ha anotado Lieja-Bastogne-Lieja en abril y Giro de Lombardia en octubre en la misma temporada. Y para 2022 su calendario le va a llevar a algunas carreras de máxima exigencia que, en teoría, no serían las más adecuadas para un ganador de grandes vueltas que quiere hacer Tour de Francia y Vuelta a España.
Sorprenden sobre todo su debut en marzo en La Milan Sanremo, un lugar indicado para los velocistas puros y que vaya a probar en los adoquines y las carreteras estrechas del Tour de Flandes en abril. Aunque es cierto que en su época junior ya tuvo buenos resultados allí y en Paris Roubaix (que posiblemente dejará para la última en su pelea por ganar los cinco monumentos).
Repetirá en Lieja en la primavera y en el Giro de Lombardia en otoño, además de Tour/Vuelta y Campeonato del Mundo en Australia. Sumamos Strade Bianche y Flecha Brabanzona como pruebas de nivel de un día, Itzulia en la que se quedó en 2021 a las puertas, del triunfo, y UAE Tour y Tour de Eslovenia como carreras sentimentales (una del patrocinador y otra suya propia). Y al final se queda con un calendario de máxima exigencia y ante los mejores rivales posibles.
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