A continuación, repasamos algunos de los momentos más emblemáticos que han definido el maillot arcoiris.
El primer campeón: Alfredo Binda, 1927
Aunque la idea de un Mundial de Ciclismo se planteó en 1920, la primera carrera en carretera con profesionales -tal como la vemos hoy- no se celebró hasta 1927 en Nurburgring (Alemania).
Hasta ese momento, los campeonatos habían sido contrarreloj, pero en el circuito de automovilismo, Binda -uno de los ciclista más emblemáticos de la historia- estaba en la línea de salida buscando hacer historia. En un recorrido que hoy en día se consideraría corto, de poco más de 182 km, el italiano arrasó y ganó con estilo, con sólo 17 hombres por detrás de él.
Ganaría dos títulos mundiales más, con lo que sumaría tres, una hazaña que, aunque igualada, nunca ha sido superada.
Binda fue el primer ganador profesional y puso en marcha lo que vemos hoy en día.
Pionera: Elsy Jacobs en 1958
Al igual que Binda en 1927, tenía que haber una primera campeona de carreras en ruta femenina. Y, aunque tuvieron que pasar otros 31 años para que la UCI diera a conocer la carrera femenina, fue un acontecimiento histórico en Reims, Francia, cuando el pelotón femenino tomó la salida en esa carrera inaugural.
Y fue una corredora luxemburguesa de 25 años la que se llevó el gato al agua. Jacobs, que dominaría el palmarés profesional en carretera en los años siguientes, fue la primera en cruzar la línea de meta en Reims, ganando por un cómodo margen.
La carrera femenina ha cambiado radicalmente desde aquellos primeros años. Ahora se considera una de las pruebas más entretenidas y disputadas de la semana del campeonato mundial, con gente como Anna van der Breggen y Annemiek van Vleuten dominando en los últimos años.
1958 sería la única corona mundial de Jacob, pero siempre será recordada como la primera.
Desde el otro lado del charco: Eddy Merckx, 1974
Una lista de momentos icónicos, sin importar que carrera ciclista sea, debe incluir al Caníbal. Ganando casi un tercio de las carreras en las que compitió, Merckx no era ajeno al éxito en el escenario más grande. De hecho, ya había vestido el maillot arcoiris en dos ocasiones, en 1967 y 1971. Pero su victoria en 1974, la tercera y última, es icónica por otra razón: el lugar.
Desde 1927, los campeonatos del mundo sólo se habían celebrado en el continente europeo, el corazón del ciclismo. Pero, ese año, la carrera se trasladó al otro lado del Atlántico, a Montreal (Canadá), donde se diseñó un circuito duro y ondulado para poner a prueba al pelotón. No fue una sorpresa que Merckx triunfara, superando a su histórico rival, Raymond Poulidor, por sólo dos segundos.
Al visitar Montreal, una ciudad que celebraría los Juegos Olímpicos de verano dos años más tarde, los Campeonatos del Mundo se abrieron a todo un mundo nuevo y a nuevas posibilidades, donde podían inspirar a nuevos corredores de todo el mundo.
Hasta ahora, la carrera ha visitado todos los continentes habitables excepto África, y es probable que eso cambie esta década con Ruanda, una potencia ciclista en alza, considerada como un posible destino.
Pero volvamos a Montreal, donde esta victoria de Merckx le aseguró la triple corona por haber ganado dos grandes vueltas y el mundial en el mismo año, una hazaña sólo conseguida una vez desde entonces: en 1987 por Stephen Roche.
El regreso: Greg LeMond, 1989
¿Crees en los milagros? Pues si conoce la historia de LeMond, deberías hacerlo. Este ganador del título mundial en 1983 fue también un prestigioso corredor de grandes vueltas, con victorias en el Tour de Francia en 1986 y 1989. Pero en la primavera de 1987 su historia dio un giro. Disparado accidentalmente por su cuñado en un viaje de caza, LeMond luchó por su vida y, en un momento dado, estuvo a 20 minutos de la muerte.
La vuelta al ciclismo parecía imposible, pero en 1989 LeMond volvió a competir y, en la edición más reñida del Tour de Francia de todos los tiempos, venció a Laurent Fignon por nueve segundos en un cuento de hadas deportivo que ha resistido el paso del tiempo.
Pero lo que siguió en Chambery, un par de meses después, fue igualmente extraordinario. En una llegada al sprint, al igual que en 1983, el estadounidense se impuso al soviético Dimitri Konyshev y al irlandés Sean Kelly para culminar un año increíble. Ganaría el Tour en 1990, pero vería cómo su suerte se resentía durante la era de la EPO.
Su historia, icónica. Su segunda victoria en el Mundial de Ciclismo, exactamente igual.
Dominadora holandesa: Marianne Vos, 2013
A lo largo de la historia del Mundial de Ciclismo, ¿ha habido alguna vez un equipo más fuerte que el equipo femenino holandés desde 2006? Un catalizador de ello es Vos, una corredora para todos los climas, todos los terrenos y todas las condiciones. Desde 2006 hasta 2013, no ha quedado por debajo del segundo puesto en los campeonatos del mundo, ganándolos en tres ocasiones.
Pero, gran parte de esto se debió a su extraordinario equipo. Desde 2006, una corredora holandesa ha terminado en el podio en todas las ediciones, excepto en 2014. Desde 2017, se han llevado a casa el maillot arcoíris en todas las ocasiones. No es de extrañar que sean la nación más exitosa, con diferencia, en la historia de la carrera femenina en ruta.
La victoria de Vos en 2013 fue icónica por ese trabajo en equipo. A medida que la carrera se reducía en Florencia, ella y Anna van der Breggen trabajaron juntas, atacando de seguido y haciendo movimientos hasta que Vos se lanzó con su tradicional demarraje en la subida final. Nadie pudo seguirla y dio por sentenciadas a la sueca Emma Johannson y a la italiana Rosella Ratto.
Ese sería el podio final, ya que Vos ganó por 15 segundos. Esta carrera no sólo dejó claro la increíble ciclista que es, sino que demostró cómo un equipo puede dominar el mundo.
Triplete: Peter Sagan, 2017
Sus victorias en 2015 y 2016 fueron bastante increíbles, pero en 2017, Sagan estuvo a otro nivel. En un recorrido que se adaptaba a los velocistas puros, había hombres más rápidos en en carrera mientras Sagan iba a por un histórico tercer título mundial consecutivo, solo conseguido una vez antes por la ciclista francesa Jeannie Longo.
Al entrar en los últimos cuatro kilómetros, Sagan iba a rueda y ya no tenía compañeros de equipo. Lo que siguió fue una clase magistral. Comenzó siguiendo un ataque de Ben Swift, cerrando los movimientos porque quería llevarlo al sprint, confiando en que podía superar a corredores como Alexander Kristoff y Michael Matthews. Los corredores volvieron a atacar unos cientos de metros más tarde, y Sagan estuvo allí cerrando el hueco, mostrando su fuerza, pero, críticamente, sin esforzarse demasiado.
Su posición en la última curva fue perfecta. Se colocó detrás de Kristoff y esperó a que el gran noruego iniciara su sprint. En cuanto lo hizo, Sagan se sentó y esperó el momento perfecto, antes de adelantarle y ganar lanzando la bici. Fue un clinic sobre cómo ganar una carrera sin compañeros y un momento icónico para un corredor icónico.
¿Nos hemos dejado algún momento que merezca la pena mencionar? Cuéntanos tu recuerdo favorito del Mundial de Ciclismo.