Al fin y al cabo, cuatro personas significan un sólido montón de equipaje, pero el maletero del ŠKODA KAROQ SPORTLINE puede acomodarlo sin esfuerzo. Después de la semana de trabajo, todos estamos deseando rodar por las colinas, lugares llenos de senderos y, sobre todo, unos días de libertad y desconexión.
Viernes tarde
Es una agradable y soleada tarde de viernes y ninguno de nosotros puede evitar la emoción por la aventura que nos espera. Hacemos estos pequeños viajes con regularidad. Nos dan la oportunidad de reconectar, respirar libremente durante un rato y sumergirnos en la insustituible sensación de pedalear en la montaña. Sin trabajo, sin preocupaciones, sólo nosotros cuatro rodeados de naturaleza.
Anna, que conducirá, fija nuestro destino en la gran pantalla del salpicadero. A una hora de Praga, llegaremos a una zona montañosa de Chequia a la que siempre me ha gustado volver. No soy la única: Sofie y David son ciclistas apasionados y, al igual que yo, están ansiosos porque lleguen los senderos de las tierras altas que elegimos este fin de semana. Anna, en cambio, es más bien una entusiasta de los coches y encuentra en el ŠKODA KAROQ el compañero perfecto para llevarnos con seguridad a un fin de semana de pura alegría.
El paisaje pasa por detrás de las ventanillas y, de vez en cuando, comprobamos las bicicletas sujetas a la baca. Tenemos una gran visión de ellas durante todo el trayecto gracias al magnífico techo de cristal.
Salimos de la autopista hacia una carretera comarcal con muchas curvas y Anna está visiblemente emocionada por llevar el volante deportivo. Hasta ese momento nos las arreglábamos con un coche normal, pero la carretera de asfalto se acaba y nos esperan los últimos seis kilómetros por caminos de tierra. Al principio, es sólo grava, pero incluso eso da paso gradualmente a grandes piedras planas con mechones de hierba húmeda que crecen a través, cubriendo grietas profundas. Los grandes neumáticos del ŠKODA KAROQ SPORTLINE ruedan fácilmente sobre ellas.
Finalmente, Anna detiene el coche. Ya hemos llegado.
Viernes noche
Primer paso: montar el campamento. Buscamos el mejor lugar para montar la tienda. David busca un lugar bonito y llano: después de todo el recorrido que hemos planeado, es imprescindible dormir bien. David y yo nos tumbamos en el suelo y probamos. Todo va bien. Nuestro fuerte está construido, el campamento base está listo. Es hora de hacer una hoguera.
La noche se desarrolla poniéndonos al día. Todos vivimos en la misma ciudad, pero la vida cotidiana hace que encontrar una cita para quedar sea un poco más difícil que cuando éramos niños en el mismo colegio. Por otro lado, compartir todas las noticias a granel tiene su magia. Nos vamos a dormir sobre la medianoche.
Sábado por la mañana
Un fantástico olor a café recién hecho me saca del sueño. Sofie es la primera en despertarse y, como señala, “no me harás ir a ningún sitio hasta que me haya tomado mis dos tazas de café”. Por suerte, hemos traído una gran moka que satisface las necesidades de café de los cuatro. Los copos de avena, los frutos secos, la miel y algunas frutas deberían alimentarnos lo suficiente.
Mientras nos ponemos la ropa de ciclista y recogemos algunas provisiones y herramientas, Anna se pone las zapatillas de andar y prepara su propia mochila. Como ya he dicho, Anna no es muy aficionada al ciclismo, pero sí disfruta con una buena caminata. No puedo evitar bromear con ella sobre sus planes de peregrinación. La única respuesta que obtengo es la espalda de Anna y un breve saludo de despedida.
Los demás nos subimos a las bicicletas. La zona no es lugar para un rutero y nuestro jadeo durante un par de kilómetros es una prueba sólida. Esta parte del camino es bastante empinada, pero el conocimiento de una recompensa por delante nos mantiene pedaleando. La primera parada del día es en una torre mirador con vistas a las colinas. Me ofrezco a vigilar las bicicletas, ya que he subido a la torre muchas veces. Además, necesito unos minutos para recuperar el aliento, pero no lo digo.
Sábado noche
La segunda etapa se centrará sobre todo en el equilibrio. Unos cuantos saltos y rocas en nuestro camino: algo con lo que todos nos deleitamos. Diseñamos la ruta en forma de sistema de recompensa y nos lleva a un punto de encuentro previamente acordado con Anna, que tomó una ruta de senderismo más corta. El grupo se aviva para la siguiente aventura, saluda a Anna que desaparece en el bosque y nos dirigimos a la siguiente etapa de nuestro viaje: un sendero que sacará lo mejor de nosotros.
Las partes estrechas del sendero se abren un poco y nos tranquilizan falsamente sólo para hacernos subir una empinada cuesta. Pero las impresionantes vistas panorámicas merecen la pena. No se habla mucho por el momento: tendremos tiempo para charlar en el coche. Al cabo de una hora, la vista del ŠKODA KAROQ SPORTLINE y la sonriente Anna apoyada en el coche nos hacen saber que nuestro viaje ha terminado. Le pregunto por su excursión.
Espléndido. Me vendría bien un poco de tiempo sin tu interminable charla”, comenta Anna en broma.
Sábado tarde
Es hora de recoger nuestro vivac. Comprobamos la zona a fondo: todos valoramos la naturaleza y despreciamos la basura. Sofie, David y yo nos embarcamos en un último paseo rápido por el bosque antes de que Anna nos recoja, montamos las bicis y fijamos “Home” como destino final del GPS.
De vuelta a casa, todos cargamos nuestros smartphones para avisar a nuestras familias de que estamos bien. Hay cuatro puertos USB, así que no nos peleamos y hacemos cola para el cargador: hay suficiente jugo para todos.
Estamos un poco cansados, por lo que el Control de Crucero Adaptativo (ACC) predictivo de KAROQ resulta muy útil. Suena muy técnico, pero resulta útil, ya que el sistema puede leer los datos de navegación y ajustar nuestra velocidad cada vez que nos acercamos a una curva cerrada, una rotonda o un límite de velocidad. La sensación de seguridad se refuerza al saber que el ŠKODA KAROQ SPORTLINE está en conexión permanente con el mundo exterior. En caso de avería, el propio vehículo se pondría en contacto con un servicio de reparación, y con los servicios de emergencia en caso de accidente.
De vuelta a Praga, todos coincidimos en que este viaje era algo que necesitábamos desesperadamente. ¡Hasta pronto!