Aunque al principio del Tour la carrera no haya tenido la velocidad de otros años, que nadie piense que un cicloturista bien entrenado, aunque fuera de los que acaban delante, podría haber aguantado en el pelotón esta primera semana. En primer lugar porque en la etapa 2ª, con Turini y Col de Eze seguramente habría llegado fuera de control y después porque el esfuerzo hay que contarlo para tres semanas, no solo para un día.
Descenso del Marie Blanque, recién asfaltado para el Tour. Territorio QH cicloturista.
Sin embargo strava y las cicloturistas (ciclodeportiva en su versión competitiva) nos permiten jugar a ciclistas y comparar nuestros tiempos con los profesionales del pelotón. Una conjunción divertida que nos ayuda a saber las diferencias reales que hay, pero también a sentirnos parte de la gran familia del ciclismo. Y, en tramos cortos y días con viento a favor, incluso a intentar superar lo que hizo allí un ciclista profesional. Es parte de la esencia del cicloturismo y algo que no permiten otros deportes.
Marie Blanque
No hay cicloturista español que no conozca los últimos 30 kilómetros de la etapa 9ª de este Tour. Desde, Sarrance, donde los profesionales acabarán de bajar el Col de Ichere, hasta Laruns, forma parte del recorrido de la QH, la cicloturista que reúne cada año a 8.000 aficionados y que en 2020 iba a celebrar su 30 edición. En esos 30 kilómetros está metido el Marie Blanque, los cinco kilómetros llanos antes de llegar, su ascensión, su descenso y los 8 kilómetros con dos repechos desde Bielle hasta Laruns. Inolvidable para el que ha rodado por allí.
Pero sobre todo un tramo, los cuatro kilómetros finales de Marie Blanque. Una pared al 11,5% de media, sin descansos, duro por sí solo y que hace que la mayoría de los 8.000 cicloturistas tengan que meter todos los hierros y subir con la mayor cadencia posible. Más que nada porque después le quedarán los 28 kilómetros de Portalet (de ese se libran los ciclistas del Tour).
Es seguramente el segmento de Strava más consultado por el cicloturista medio español. El domingo 6 de septiembre, cuando el pelotón pase por allí, podrá decir en casa: “Mira por ahí subí yo y ojo después en la bajada, que hay cuatro curvas peligrosas”. Y sentir que ha pedaleado en Maracaná unos meses antes de la final del Mundial, si hacemos un símil futbolístico. Eso, no tiene precio.
Issarbe-Soudet o Col de La Hourcere para el Tour
Parece que A.S.O. ha querido unir recorridos cicloturistas españoles en la etapa 9ª del Tour, que aún así se desarrolla íntegramente por territorio francés. El domingo 6 de septiembre el pelotón saldrá de Pau y en el kilómetro 58 empezará a subir el Col de La Hourcere. Así, con ese nombre seguramente no dice nada al cicloturista español, pero si utilizamos la denominación que emplea la Larra-Larrau, Col de Issarbe, ya empieza a sonar.
El puerto es uno de los más duros de los Pirineos, aunque el Tour de Francia no lo haya ascendido nunca. Son 11 kilómetros al 8,8% y con una parte central en la que rara vez baja del 10%. En la cicloturista se sube después de La Pierre de San Martin por su lado español (desde Isaba también se llama Belagua) y como previo a Larrau, así que no conviene ‘quemar’ allí el motor.
Desde la cima y tras cinco kilómetros de bajada el pelotón del Tour ascenderá el los cuatro kilómetros finales del Col de Soudet, que si es un habitual y veterano de la carrera francesa. Los dos, más el Col de Labays y el de Hourarate forman parte de las múltiples ascensiones que pueden acabar en la Pierre de Saint Martin y su frontera con España. Un sitio perfecto para jugar a ciclistas durante dos o tres días.
Port de Balés
La etapa 8 de este Tour 2020, que se disputa el sábado 5 de septiembre, volverá a subir el Port de Balés, un puerto que ‘descubrió’ hace poco más de década pese a que está entre dos cimas habituales e históricas de la Grande Bouclé, el Col de Menté y Peyresourde, que serán precisamente para del recorrido diseñado por ASO para este 2020.
Pese a que tiene dos vertientes, la de Mauleon-Barousse y la de Bagneres de Luchon, en el Tour siempre se ha subido por la primera y en la mayoría de las ocasiones para enlazar con Peyresourde/Peyragudes, como en 2012, con la victoria de Valverde o en 2017, con la de Bardet. En 2007 será recordada por los ataques de Alberto Contador a Rasmussen en Peyresourde y la de 2010, que acabó en Luchón, por la salida de cadena de Schleck cuando iba a lanzar un demarraje en Balés.
El puerto por la vertiente que siempre sube el Tour tiene miga. Pese a que en el perfil de la organización solo aparecen los 12 últimos de ascensión, los cinco anteriores siempre van picando para arriba, al 3 y 4% de media. El tramo final se puede dividir en dos partes. Los primeros cinco kilómetros con desniveles del 8%, el descansillo del kilómetro 6 de subida, y los últimos seis con dos tramos duros al 10%.
Para los cicloturistas se descubrió mucho antes. Era un puerto habitual en los entrenamientos de los Lapebie, Roger, Guy y Serge… el primero, incluso ganó el Tour en 1937. Hace 30 años se creó La Lapebie, una prueba ciclodeportiva con varias distancia y que ya incluía la subida al Port de Balés por la vertiente de Bagneres de Luchón, que ademas es el punto de partida y meta de la marcha.
No ha sido un marcha frecuentada por los cicloturistas españoles y para 2020 no estaba programada, pero Bagneres de Luchon es un destino perfecto para afrontar Port de Balés, Peyresourde, SuperBagneres, Portillón, Menté, Portet de Aspet…