Los mecánicos de muchos equipos profesionales tienen ganado el cielo. Sobre todo los que trabajan con marcas de bicicletas que varían sus modelos dependiendo si el ciclista exige para ese día en su montura aerodinamia, velocidad, comodidad, ligereza o versatilidad. Una de las razones por la que cualquier equipo profesional necesita, al menos, un camión repleto de bicis para cada carrera de tres semanas.
Pero vamos a ir dividiéndolas. A primera vista hay una diferenciación que se ha mantenido desde los años 90. Por un lado las bicicletas para contrarreloj y por otra las de las etapas en línea. Hasta aquí todo normal. Pero dentro de las usadas para las etapas en línea se han dividido en otras tres. Las aerodinámicas, para días de llaneo, las ultraligeras, para la alta montaña, y las de gran fondo por si al organizador se le ocurre meter una etapa de adoquines. Eso sí, hay marcas que no las diferencian y solo tienen un modelo.
Pero vamos a analizarlas
Bicicletas para etapas en línea
En una gran vuelta por etapas normalmente hay etapas llanas, de media montaña y de alta montaña. Hace años cada ciclista solo tenía una bicicleta para afrontar todas. Podía variar las ruedas, la versión con más perfil para los días de llanear y las más ligeras para la montaña. O conseguir alguna bicicleta ultraligera (generalmente de algún constructor a medida, como Passoni, para las jornadas más duras).
En el último lustro las marcas de bicicleta quisieron hilar mas fino. Con un límite mínimo de peso fijado para las bicis de los profesionales, 6,8 kilos, la otra vertiente en la que se podía mejorar era en la aerodinámica. Por eso la primera evolución fue mezclar las bicis de crono y las de carretera y crear las bicicletas aero. Si miramos el catálogo de Orbea, la Orca Aero. Con otras marcas conocidas, la Trek Madonne, la Specialized Venge o la Cervelo S5.
Los modelos aero no suelen ser los más ligeros, la mayoría están por encima de 7 kilos, pero la gran mejora viene por su indice de penetración en el aire. Es decir, la aerodinámica. Una bicicleta aero te ahorra vatios en la lucha contra el aire y en llano y bajada es más rápida. Toda una ventaja para esas etapas con poco desnivel o subidas cortas en las que se puede recuperar bajando. Incluso hay llaneadores que también las utilizan para la alta montaña por sus cualidades para el descenso.
Las bicicletas que juegan con la báscula son las ultralight. Es decir, siempre rozando los 6,8 kilos. Suelen ser cuadros muy ligeros y rígidos, para transmitir toda la fuerza en cada pedalada en subida. También algo menos aerodinámicos, porque esos días lo importante es subir rápido. El modelo de Orbea sería el Orca, en Trek la Émonda, en Specialized la Tarmac y en Cervelo la R5.
Las marcas que juegan con mezclar ambos conceptos han creado las aerolight. Con ellas ‘venden’ una bicicleta para cualquier terreno. Con la ligereza y rigidez de las ligeras y la aerodinámica de las otras. La bici total.
El tercer modelo diferenciado son las bicicletas de gran fondo. En un principio se diseñaron pensando en el sector cicloturista, que reclamaba un modelo más cómodo que de los profesionales con el que poder hacer muchos kilómetros sin la necesidad de ir demasiado deprisa, con lo que el peso no era lo más importante. El objetivo era la comodidad, reducir el impacto de los baches y las vibraciones y dar mayor espacio para que el cuerpo del ciclista pudiese ir más estirado. En una palabra, dar robustez y comodidad. Y buscando todo eso se encontraron con una bicicleta perfecta para las clásicas de adoquines, en las que importa más sobrevivir al traqueteo que implican las piedras y que no se rompa que la ligereza.
Estos modelos suelen incorporar diferentes suspensiones internas en la horquilla, la potencia o la tija del sillín y en los últimos años también un mayor espacio para que se puedan utilizar cubiertas de 28 en adelante. El modelo más reconocido es el Roubaix, de Specialized. En Trek es la Domane y en Cerveló la C3.
Bicicletas de crono
La evolución de las bicicletas de contrarreloj se ha acelerado en los últimos años. Atrás quedan los modelos de los años 90, en los que en un principio lo único que se hacía era acoplar del manillar de triatleta. Después surgieron los diseños innovadores y ultraerodinámicos, quien no se acuerda de La Espada, de Miguel Indurain. Sin embargo la UCI ‘metió’ mano en aquello y definió unas normas muy estrictas para las bicicletas de contrarreloj. La idea, que un exceso de tecnología no marcara diferencias insalvables entre equipos y corredores con diferente presupuesto.
Los modelos que utilizan ahora los profesionales son similares a los de un triatleta. Bicicletas que han ido ganando coheficiente aerodinámico y que no escatiman en alerones, acoples e incluso bidones a medida para descontar segundos al crono. No son modelos ni muy ligeros, ni cómodos, ni fáciles de manejar. Todo eso se sacrifica en pos de la velocidad.
Si repasamos marcas, tenemos la Ordu de Orbea, la P5 de Cerveló, la Shiv de Specialized o la Madone Speed de Trek.