Por eso ahora es la ferias, como sucedió en Festibike (la feria de la bicicleta que se celebra en Madrid), hay que ampliar las miras y revisar todos los modelos de bicicleta de cada una de las marcas. Ya no hay empresa de bicicletas puntera que no haya incorporado a su gama los modelos de gravel. Eso sí, todavía falta unificar criterios, aunque, bien es cierto, en la novedad está el gusto.
Lo que si parece ser uniforme es la utilización de frenos de disco para todos los modelos. Tiene una buena lógica. Los frenos convencionales son más inseguros en el frenado en tierra, y sobre todo, a poco que se introduzca alguna piedrecita en las zapatas y en la pista de frenado actuarán como una lija y acabarán desgastando las zapatas en pocas horas y rayando las ruedas.
En cuanto al desarrollo están casi desapareciendo las que apuesta por el doble plato y se está imponiendo el monoplato. También tiene sentido. Por una lado simplifica la mecánica de la bicicleta y las posibles averías, que cuando se rueda por caminos y pistas sin suspensión suelen multiplicarse, igual que la facilidad de que se salga la cadena al cambiar. Por el otro, y con la irrupción de los grupos con 11 y 12 velocidades y las piñas con coronas de 10 dientes como mínimo y hasta 48 de máximo. El margen para jugar es amplio y es complicado quedarte corto de desarrollo en los desniveles con más porcentaje. Por contra, en el llano, tampoco se busca la máxima velocidad, por lo que no hace falta un plato de 50/53 dientes como en el ciclismo de carretera.
En el cuadro si hay diferencias. Hay marcas que siguen confiando en la fibra de carbono, sobre todo por la facilidad para absorber golpes, pero las hay que han apostando por el aluminio, más resistentes, e incluso algunas que han retornado al acero.
Y claro está, en la era de las E-Bikes también han llegado los modelos eléctricos para las bicicletas gravel, como los que se pudieron ver de Peugeot (si, la marca de coches sigue haciendo bicicletas) y Kouta.