Por eso después de pasar la meta se ven gestos y detalles que demuestran que los eslovenos tienen todo controlado. Roglic accede a la rampa del podio de Los Machucos de un salto, como si no acabase de hacer 170 kilómetros y deja casi sentenciada La Vuelta. Hace dos meses en a mitad de Giro sus rivales (Carapaz, Landa y Nibali) comenzaron a restarle tiempo, ahora pasa al contrario, sigue sumando a su favor. Tendencias. Psicología positiva. Aprender de los errores.
A Pogacar, que no ha llegado a cumplir 21 años, ya le sobra parte del maillot y el culotte largo, y en la zona mixta no tiene problema para detenerse con cualquier periodista que se lo pida. Por ahora ha ganado las dos etapas de montaña más duras de La Vuelta, la de Andorra y esta de Los Machucos.
Justo en el otro lado de la balanza está Miguel Ángel López. Puso a su Astana a derrochar energía y vatios en los puertos anteriores a Los Machucos y cuando llegó su momento no solo no pudo soltar a sus rivales sino que acabó cediendo. Crisis. Fracaso. Un minuto con el dúo de eslovenos y 30 segundos con la pareja de Movistar. Por eso antes de pasar el control antidopaje ha necesitado más de 10 minutos de psicología de la doctora de Astana, Raquel Ortolano, que hasta le ha conseguido sacar una sonrisa. La labor de los auxiliares de equipo que no se ve, y que a veces tiene sus efectos.
Y es que la etapa de Los Machucos estaba destinada para probar la última tecnología en bicicletas ultraligeras y desarrollos extremos. Cuando llega la montaña con rampas imposibles, y la de Cantabria las tiene, los equipos tienen que afinar al máximo. Bici de 6,8 kilos raspados y a empezar a jugar con piñones altos. El 36 de plato casi obligatorio, salvo los 37 de Trek (que utiliza SRAM AXM) y algún 39, como los de AG25. Y detrás la gama que va desde el 28 como mínimo al 32. Unos para disputar, otros para sobrevivir y llegar dentro de control y algunos para intentar la machada metiéndose en la escapada.
Porque es cierto que en los puertos anteriores no era necesario meter todos los hierros. Pero desde Arredondo sí. Allí empezó la tortura. Sobre todo en los dos kilómetros iniciales, una pared de hasta el 28%. Dio tiempo a que Higuita se pusiera al frente de la escapada y absorbiese a Héctor Saez, a que se quedara, a que tomase su relevo Pierre Roger Latour, y a que por detrás Nairo intentase la fuga.
El primer falso llano acabó con las esperanzas del colombiano. En la siguiente pared, la del 15%, todavía aguantó el embite. Pero después del segundo descansillo llega la parte más dura del puerto. Casi tres kilómetros sin pausa, siempre al 10% como mínimo y con picos del 25%. Ahí se esfumaron los más de dos minutos de ventaja del francés Latour. Es la zona donde el músculo no recupera los esfuerzo. Donde se acumula el cansancio y el cuerpo no puede asimilar el ácido láctico que genera. La consecuencia, hay que bajar el ritmo para no explotar. Primero lo hizo Quintana, después Superman López y por último Alejandro Valverde, el único que aguantó unos metros la exhibición eslovena.
Pogacar y Roglic hicieron suya La Vuelta en la cima de Revilla, el Monumento a La Vaca Pasiega. Son solo 880 metros de altitud, pero en un día claro, como el de La Vuelta, se ve hasta el mar Cantábrico de Astillero y Santander. Y también la cima de Peña Cabarga, donde una vez pelearon Froome y Juanjo Cobo en una batalla que se resolvió hace unos meses. Desde arriba también miran los eslovenos, que empiezan a dominar La Vuelta y dejar sin opciones a Valverde como aquellos dos kazajos, Vinokourov y Kashechkin, en un lejano 2006.