Hay pocos lugares más espectaculares para ver ciclismo que el Muro de Huy. La edición de la Flecha Valona 2019 te permitía disfrutar de la salida de la carrera femenina y dos pasos por el muro, incluyendo la meta, y tres pasos de la carrera masculina, con el final incluido, claro.
Y es que estos 900 metros del Muro de Huy a una media del 12% (hay algunos que lo miden desde el rio Mosa y sale 1,3 km al 9,8%) son decisivos por sí mismo. Hay que medir los esfuerzos para no ahogarse a una orilla que se ve muy cerca y en la que algunos pecan de sobrevalorar sus fuerzas. La dureza real supone sobrepasar la curva Criquelion, a 500 metros de coronar. Espectacular. Rampa del 26%, que te deja fundido si quieres atacar ahí. Es mejor seguir esperando porque la siguiente, al 10% parece un descansillo.
Al levantar la cabeza se vislumbra la penúltima capilla del calvario. La sexta. Desde esa zona ya se puede demarrar con opciones de vencer, pero siempre y cuando no lleves a alguien más rápido a rueda. El punto clave son los 75 metros a meta. Suele soplar viento, de cara. Debe ser un golpe seco, para no dejar que nadie pille tu rebufo, que siempre algo supone. La agonía es total en ese momento. Se ve la meta, pero cuesta alcanzar. Son los 50 metros, eternos. Los 20 últimos son casi planos, o al menos parecen comparados con el resto. A la derecha está la Iglesia, la meta. El final.
En este 2019 por el Muro de Huy sufrieron todos, desde la primera a la última vuelta. Fue un carrera con viento constante y extrema dureza. Las dos cotas antes de Huy, Ereffe y Chavere, el terreno rompepiernas y a la velocidad hicieron el resto. El resultado, caras de dolor extremo en el Muro de Huy y un rey que renovó su corona, Alaphilippe. También muchas ‘explosiones’ por el camino. De Sagan a Dan Martin. Huy no hace prisioneros.