Quizás esa sea la magia de la Titan Desert, que en el mismo campamento pueden convivir estrellas del MTB como Betalú, Zubero o Bou, que acuden allí a jugarse la victoria, con ex profesionales de la talla de Cadel Evans, Manuel Beltrán y Luis Pasamontes, con simples aficionados al ciclismo. Anónimos que emplean su tiempo libre en adquirir la condición física necesaria para afrontar una aventura de estas características. Y todo, por el simple hecho de disfrutar.
La historia oficial de la Titan 2018 dice que Betalú revalidó su título después de conseguir la victoria en la primera etapa y dominar sin demasiadas dificultades a sus máximos rivales, Ramón Sagues, Roberto Bou y Julen Zubero, que tuvieron que pelear por acompañarle en el podio. Dejó para la historia tres etapas de alta montaña, la primera con más de 2.600 metros de desnivel acumulado, y tres en el desierto. Los triunfos parciales de José Luis Gómez, Julen Zubero, José Luis Muñoz, Ramón Sagues y la primera victoria en una Fat Bike, la de Ignacio Gili en la tercera etapa.
Entre las chicas el dominio de Ramona Gabriel, que supo administrar los minutos conseguidos en la primera etapa y vencer sobre Anna Ramirez, su principal rival, y la belga Verlee Cleiren.
Y a nivel global la edición con mayor número de finishers, 546, que superaron los 625 kilómetros y 7.500 metros de desnivel que había preparado la organización para esta edición marroquí. Desde las montañas de Boumalne Dades al desierto sahariano de Maadid.
A nivel particular la historia de Diego Rodríguez Durango es la de uno de esos quinientos ciclistas que no tienen opciones reales en la clasificación y que acuden a la Titan por el simple hecho de participar y superarse. Dentro del equipo Espacio Zurbano, esta ha sido su segunda edición… y esto lo que nos ha contado desde dentro.
La Titan Desert de Diego Rodríguez
– El culpable de todo esto no es si no otro apasionado de la bicicleta, que a la vez es amigo, compañero de trabajo y jefe, Luis Miguel Ruiz como gerente de Espacio Zurbano Asesoría de empresas. El ha conseguido formar un equipo de cuatro amigos locos por la MTB para pedalear, una vez más, en las montañas del Atlas y el desierto marroquí.
– ¿Cómo es el día a día en el desierto?
– Es un no parar. Desde las 6 de la mañana que despierta el campamento al tono The Lumineers con su Ho Hey, empieza la primera maratón del día. Hay que desayunar, visitar a ‘Roca’, paseito a la bici para revisar que todo este bien, volver a la haima y al lio, un poco de cremita en el culete (aquí se hace esencial), vestirse, preparar los geles, barritas, sales, bocatas…etc, tetris para cerrar la maleta, llevarla a los camiones y a cargar el agua. Una vez todo dispuesto, a la parrilla de salida y esperar a las 8 am la salida… lo demás ya solo es disfrutar a la vez que sufrir con cada pedalada por unos parajes increíbles. A veces te sientes como si no estuvieses en este planeta.
– En comparativa a la edición de 2016 esta me ha resultado algo más light. El clima ha ayudado también lo suyo. Este año en rara ocasión la temperatura ha pasado de los 32º y eso se nota. En 2016 nos achicharramos a 40º . Si a esto le unes varias etapas de 145 kilómetros hacían que te fueras desgastando día a día. A las cifras me remito, de un total de 450 participantes en 2016 de 450 acabamos 273 y en 2018 hemos sido 600 inscritos y hemos terminado 546 corredores. Las etapas han sido más homogéneas. La más larga de 122 kilómetros y el resto salvo la última de 79 kilómetros, el resto entre 95 y 115. Esto hace que hayamos tenido más horas para recuperar día a día y una temperatura ideal para ciclar por el desierto.