Los puertos ‘ocultos’ del Tour 2018

Escrito por Luis Ortega @ciclored

El Tour no se ha caracterizado en los últimos años por ser innovador a la hora de ‘descubrir’ nuevos puertos de montaña. La tradición y sobre todo la logística y los espacios que necesita la organización para colocar toda su infraestructura dificultan que aparezcan puertos ‘ocultos’ en la geografía francesa, que los hay. En el 2018 la innovación se llaman Col de Portet y Monte des Glieres, y también se visitan dos semidesconocidos, Montee Bisane y La Rosiere.

En 2018 el Tour vuelve a su formato más clásico después de la revolución de 2017. Una semana de llaneo con una contrarreloj por equipos y dos finales en repecho, una semana para los Alpes, otra semana para los Pirineos y una crono llana el penúltimo día. Además vuelven los grandes puertos míticos. La ronda francesa volverá a La Madeleine, Croix de Fer, Alpe d Huez, Tourmalet, Aspin, Peyresourde, Aubisque, Mende, y también a otros menos habituales pero que también suenan al aficionado: Portillón, Menté, Croix de Fry, Cormet de Roselend o La Colombiere.

El espacio para lo nuevo está acotado. Además de la etapa ultracorta de montaña en los Pirineos de 65 kilómetros, suenan nuevos nombres que han pasado el filtro del Tour. Y es que la carrera francesa no puede pasar por cualquier lugar. Necesita buenas comunicaciones, espacios amplios para montar las líneas de llegada  y una amplia capacidad hotelera para que duerma toda la caravana y aficionados que mueve un evento así. Las innovaciones se llaman el sterrato de Plateau des Glieres y la ampliación de Pla de Adet hasta la cima del Col du Portet.

 

Montee de Plateau des Glieres

Justo al inicio de los Alpes. El Montee de Plateau des Glieres será el primer puerto de entidad del Tour 2018 y llega en la décima etapa, que sale de Annecy y previamente sube la Croix de Fry. Será el preámbulo a las subidas de La Romme y La Colombiere y el final en bajada en Le Grand Bornard. Sobre el papel, la imagen más impactante serán los dos kilómetros finales de sterrato al estilo italiano del Colle della Finestre o Plan de Corones. Sin embargo en la cima francesa,  al contrario que en las transalpinas, la dureza está en la parte asfaltada.

Arranca en Entremont, tiene 8,8 kilómetros y un porcentaje medio del 9%. Si tenemos en cuenta que los dos últimos kilómetros de tierra son prácticamente planos… la dureza sube varios dígitos. Las matemáticas no engañan y en la parte central, durante seis kilómetros, los ciclistas tendrán que sufrir una media del 11% y picos del 15 y 18%. Una auténtica pared para abrir la montaña del Tour de Francia.

Pese a que está situado en la zona del Mont Blanc, una de las más habituales de la ronda gala, a la cima del Montee de Plateau des Glieres jamás había llegado ninguna carrera profesional. Solo se ascendió en el Tour del Porvenir de 2013 por la otra vertiente, más suave. Allí ganó Alaphilippe y Rubén Fernández mantuvo su jersey de líder.

Col du Portet

El Col du Portet es un viejo conocido del Tour en los Pirineos llamado Pla de Adet, pero ampliado ocho kilómetros más hasta alcanzar los 16 y una media de 8,7%. La gran novedad es que llega a los 2.215 metros de altitud, algo muy raro en los puertos que sube habitualmente el Tour en Pirineos y que está por encima de Tourmalet, Larrau o Plateau de Beille.

Si miramos los números fríamente es uno de esos puertos que te pueden dejar ‘tirado’ si no logras coger un buen ritmo de inicio porque es constante, no tiene prácticamente descansos y son de esos que los ciclistas profesionales tardan en subir casi una hora. Los siete primeros kilómetros, los conocidos de Pla de Adet, son de lo más cansinos. Siempre entre el 8 y 12% de media. En el descansillo es donde se inicia la parte desconocida. Los ocho kilómetros finales casi idénticos a los del inicio y con la ‘pega’ de que los tres últimos se suben por encima de los 2.000 metros de altitud, donde los cuerpos de los ciclistas comienzan a acusar la fatiga.

Col du Portet será decisivo en el devenir del Tour 2018. Llega en la penúltima etapa de Pirineos, la jornada innovadora de 65 kilómetros y precedido de Peyresourde y Val Louron (otro coco). A poco que se monte el batallón desde el inicio todo lo que suceda no tendrá margen de error porque es un día sin un kilómetro llano.

Montee de Bissane

Pese a estar al lado de puertos míticos del Tour como Saises y Aravis, el Montee Bissane no se ascendió en la ronda gala hasta 2016, fue en la etapa 19 y como paso hacia el final en Saint Gerves. Pese a la dureza fue más decisivo en la bajada por la intensa tormenta que cayó. Coronó primero Majka, que buscaba el maillot de puntos rojos, pero en el descenso se fueron al suelo Mollema, hasta entonces segundo, Aru y el líder Froome. El gran beneficiado ese día fue Bardet, que acabó ganando la etapa y subiendo al segundo cajón.

 

Pese a estar en los Alpes, muy cerca de Albertville, el Montee Bissane tiene más color pirenaico. Es relativamente corto, 12 kilómetros y duro, 8,2% de media y se corona a ‘solo’ 1723 metros de altitud. Un ‘enano’ comparado con Galibier o Iseran. Esta vez el Tour lo ha situado como puerto de salida de la segunda etapa alpina, la que va de Albertville a La Rosiere.

La Rosiere

La Rosiere no es un puerto desconocido para el Tour, ya se ha subido en cuatro ocasiones, pero sí que es inédito como final de etapa. Antes siempre había sido un paso obligatorio desde Bourg Saint Maurice al Petit San Bernard que permite entrar en territorio italiano.

 

La Rosiere llega al final de la segunda etapa alpina, la undécima del Tour, y como colofón a las subidas del Montee de Bissane, Col du Pre y Cormet de Roseland. Una etapa corta, 108 kilómetros, pero que supera los 4.000 metros de desnivel y no tiene ni un centímetro llano.

Cuando lleguen a La Rosiere tendrán que afrontar un típico puerto alpino. Largo, casi 18 kilómetros, con un inicio suave, hasta el kilómetro siete no hay ningún desnivel por encima del 8%, pero que se empina en su parte central, con cinco kilómetros al 9%, y vuelve a rebajar en cinco kilómetros finales hasta coronar a 1900 metros de altitud. Uno de esos puertos en los que los profesionales pueden ir muy rápido y jugar con el plato grande.