Si algo bueno tiene el ciclismo es que sus aficionados tienen la capacidad de mimetizarse con sus ciclistas favoritos y sufrir en las mismas cuestas que ellos. Por eso La Vuelta es el escenario ideal para pasar de lo que se ve en televisión al pie de la cuneta. Lo que sí hay que diferenciar es entre el aficionado practicante y el que no lo es. Hasta eso influye a la hora de acudir a ver la carrera.
Los que pedalean
Para los que tienen el ciclismo como deporte habitual la mejor forma de ver La Vuelta es con su bici. Se elige una o varias etapas, normalmente con un puerto de montaña importante como pasó con La Pandera y Sierra Nevada, y el reto consiste hacer parte del recorrido que ese día van a hacer los chicos del pelotón, siempre unas horas antes, y después ver la carrera en directo. Esta es la idea, pero hay varios caminos para llegar a hacerlo.
Muchos optan por la solución más sencilla, y es que se lo dejen todo organizado. Ya hay empresas de viajes que son Tour Operadores oficiales de La Vuelta y se encargan de ello. Desde la gestión de hoteles al diseño de rutas, furgonetas de apoyo, traslados, avituallamientos e incluso pases VIP para la zona de meta. Eso asegura ciertos privilegios como el catering y la barra libre que ofrece La Vuelta a todos sus invitados, la posibilidad de ver la carrera en una zona cubierta (en la alta montaña suele llover y hacer frío), cambiarse de ropa y abrigarse cuando se corona el puerto, ver la etapa en las pantallas de televisión, pasar la línea de meta en bici, fotografiarse en el podio e incluso una presentación de cómo funciona La Vuelta por dentro.
Los pases VIP no sólo valen para la zona de meta. También para la línea de salida. Dan acceso al Village con todos los regalos de los patrocinadores, las presentaciones y animación oficial de La Vuelta, la posibilidad de conversar con ciclistas y directores y el acceso a la feria gastronómica, que en esta edición va a cargo de Lugo, Málaga, Burgos y la ciudad de cada una de las salidas.
Cubierta la etapa en bici toca disfrutar de la meta y vivir La Vuelta por dentro. Después suele haber un vehículo de apoyo para bajarles al hotel y descansar para la etapa del día siguiente. Los pelotones suelen ser de lo más internacional: australianos, norteamericanos, ingleses, colombianos, mexicanos, guatemaltecos… y españoles, claro. Entre los encargados de la organización, Bike Spain, Ciclored o Cycling Country.
La otra opción es buscarse la vida, llenar el coche de amigos y lanzarse a los puertos. En primer lugar toca madrugar para encontrar un lugar en el que dejar el vehículo que no entorpezca la carrera. Después mirar a la meteorología para ver que temperatura se espera, porque normalmente en las zonas más duras no suele haber nada a cubierto, y pedalear mochila a la espalda en busca de un lugar ideal para ver la etapa. Móvil en mano para fotografiar o grabar en vídeo el paso de la carrera… y para abajo en bici e intentar librar el atasco que suele generar La Vuelta.
A pie de cuneta
Para los aficionados que no pedalean el coche es la forma más rápida de llegar a ver La Vuelta. Eso sí, exige horas de previsión y antelación para buscar un buen sitio en el que aparcar, sobre todo en los días de puertos, los que más público suelen concitar. Dependiendo del tipo de llegada el tráfico se suele cerrar de dos a tres horas antes del paso de La Vuelta. En lugares de difícil acceso, como ocurrió en La Pandera, estaba incluso prohibido aparcar dentro los últimos ocho kilómetros de carrera, los más interesantes. Así que tocaba cargarse de comida, nevera y sillas y caminar cuesta arriba para esperar el paso de los ciclistas.
Para ahorrarse todos estos trámites los aficionados pueden contactar con la organización para comprar un pase Vip. En días como el de La Pandera resuelven de un plumazo todo los posibles problemas de logística. En esa jornada el acceso VIP incluía un autobús lanzadera desde Jaén a la cima de La Pandera que evitaba hacer los últimos kilómetros a pie y daba acceso al catering de meta. Además del retorno a Jaén. Comodidad para no perderse nada de la carrera, con televisión incluida en la zona de meta.
Lo que no cambia en ningún caso es la emoción con la que se ve la carrera. Aunque sean muchos minutos de espera para pocos de presencia de los ciclistas. Da igual. A pie de cuneta el aficionado puede ver con sus propios ojos y a pocos centímetros lo que durante meses observa en la televisión. Se siente parte de la fiesta de La Vuelta. Grita, anima, se deja la garganta para dar apoyo a sus ídolos. Y acumula fotos y vídeos que luego coparán sus perfiles en las redes sociales.