Y es que ese es el gran atractivo de L’Etape du Tour, que cualquier cicloturista se pueda sentir por un día igual que un profesional, por eso la organización del Tour imita en todo lo posible cualquier aspecto.
La cita era el domingo 16 de julio, sólo unos días antes de que se disputase la Etapa original. Ya en las jornadas previas se monta Feria Village, idéntica a la salida del Tour, con todos sus patrocinadores, incluido Škoda. Un espacio para conocer la carrera francesa, recoger los dorsales, llenarse del espíritu de la Grande Boucle e incluso saludar a ex ciclistas como Frank Schleck o Jean Christophe Peraud.
La Salida
Como en cualquier etapa del Tour… la salida siempre es una fiesta con música y animación. No iba a ser menos. Desde las 07.00 comenzaron a salir por cajones los más de 15.000 cicloturistas que estaban apuntados a esta edición. A nosotros, que no nos gusta madrugar, nos procuraron dorsales traseros. Así que hasta las 08.30 no tomamos la salida. Tiempo para degustar el café y los bollos que obsequia el Tour en la salida de cada etapa. ¿Hay que cumplir las tradiciones, no?
Vars, Izoard, comer, beber, sudar
A pedalear. Los primeros kilómetros de la Etapa del Tour 2017 eran de terreno principalmente descendente en dirección a Embrun. Tiempo para rodar rápido pese al viento, que a pesar de que era muy temprano ya soplaba de cara. Eso sí, no todo iba para abajo por la N24.
El Tour, como patrimonio nacional de Francia que es, suele pasar por pueblos pequeños, así que los giros a la derecha suponían subir repechos para rendir visitas a Reotier o Chatearoux. Lugares por los que jamás irías en bici pero que se habían echado a la calle para animar a los cicloturistas como si fuesen el Tour.
Avituallamiento en Embrun con pasas, barritas, geles, bollos, pan, queso, bebida isotónica, coca cola, agua con gas, sin gas… buffet libre más que apetecible en el que había que mirar para otro lado para marcharse. Quedaba remontar el lago de Embrun hasta Chorgues y afrontar la ascensión a Vars, unos de los puertos míticos de la historia del Tour y que empezó a castigar las piernas.
Por lo menos la temperatura comenzaba a remontar y de los 18 grados de la salida ya estábamos a más de 25. Ideales para afrontar la bajada, superar el kilómetro 100 y llegar a Guillestre con hambre de un segundo avituallamiento. Allí, además, con la sorpresa de encontrarnos con Frank Schleck. Más de 15 minutos de charleta con uno de los protagonistas del Tour, fue tercero en 2011, con tiempo para debatir sobre el cicloturismo y sus recuerdos de Izoard. Y para constatar que pese a llevar unos meses retirado todavía no ha ganado ni un gramo de peso.
Desde allí quedaban 31 kilómetros para la cima del Izoard. Los primeros 15 para remontar todas las Gargantas do Guil, uno de los desfiladeros más bellos de Francia. Terreno con ligero porcentaje ascendente pero con viento a favor. Ideal para volar en busca del mito. Antes el cruce con el Agnel y el Castillo de Queyras, otro de esos que son de cuento de hadas.
Giro a la izquierda y hora de competir. El Tour había decidido cronometrar la subida a Izoard a través de la aplicación Strava. Eso iba a suponer 14 kilómetros de sufrimiento camino de la cima. Como añadido, el calor, que por entonces ya hacía más de 30 grados.
Tocaba remar por las rampas de uno de los puertos que encumbró a Fausto Coppi. Y ese era un detalle que ayudaba. Cada kilómetro para la cima está marcado con un cartel con el porcentaje, la distancia que resta y el homenaje a un ciclista que ha hecho historia allí. Merckx, Bobet, Coppi... Cada uno era un paso hacia la cima.
Izoard se vuelve casi cruel en los nueve últimos kilómetros. Porcentajes del 12 y del 14% te acaban de machacar. Miras alrededor y ves las mismas caras de esfuerzo, incluso a alguno que se ha pasado y ya va caminando. Sufrimiento continuo que alegra la vista en la Casse Deserte y su paisaje lunar. Allí un descansillo en bajada marca los dos kilómetros finales. Agonía al 12% y final por debajo de la pancarta oficial. Fotos y más fotos. Vistazo al GPS para comprobar que se ha grabado bien… y a avituallarse.
El sprint final
Para acabar, todavía había que bajar Izoard con destino a Briancon. Eso sí, con todo el tráfico cerrado, igual que el resto de la Etapa del Tour, quizás una de las grandes diferencias con el resto de las cicloturistas. Y en el Village, foto oficial, medalla, bidón de recuerdo, masaje y pasta party viendo en directo el Tour de Francia. ¿Qué más puede pedir un friki cicloturista como cualquiera de nosotros?