Podría decirse que Tom Boonen tiene cierto aprecio por el simbolismo y por los círculos que se cierran. Exactamente 15 años después de hacer su debut con un tercer puesto en la París-Roubaix, decidió cerrar su carrera en el mismo velódromo legendario. A pesar de que esperaba conseguir una quinta y última victoria para añadirla a su palmarés y despedirse a lo grande, la jugada no le salió del todo bien, ni siquiera con el apoyo inquebrantable de todo su equipo, el Quick-Step Floors. Al final, fue su compañero de equipo Zdenek Stybar quien se subió al podio de los ganadores, superado tan solo por el vencedor Van Avermaet. Pero a Boonen esto pareció no importarle mucho, lo cual confirmó los rumores sobre su naturaleza extremadamente relajada.
“Fui yo quien le dijo a Styby que se adelantara”, afirmó Boonen. “No me sentí genial todo el día. En los tramos en los que era posible adelantar posiciones, nos encontramos con el viento en contra. Y así es como sucedió. Él tuvo un poco más de libertad que yo. Luego, jugamos su carta, y las circunstancias de la carrera pusieron a Styby al frente”.
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Boonen terminó finalmente en el puesto 13º, al entrar a meta en el velódromo entre el gran grupo perseguidor. Aunque admite que tal vez no ha sido el grandioso final feliz que tanto él como sus seguidores deseaban, tan pronto como cruzó la línea de meta fue recibido por una multitud de fans y de espectadores que coreaban “Tommeke”, el apodo con el que se le ha conocido todos estos años, convirtiendo un resultado ligeramente decepcionante en una celebración.
Habría resultado impropio de Boonen no haber respondido de manera sensata a todos los elogios que recibió cuando anunció públicamente que iba a aparcar su carrera profesional: “Ya lo estaba sintiendo desde el año pasado. Todavía era capaz de completar buenas carreras. Si me motivo, todavía soy capaz de hacer un buen Campeonato del Mundo, por ejemplo. Pero ya era hora. Estoy feliz de que por fin haya llegado este día”.
Aparentemente, muchos de sus ya antiguos compañeros de equipo y rivales solo tienen palabras de elogio y respeto para Boonen. Lo que más se suele oír son comentarios sobre su tenacidad, su carácter abierto, su simpatía y su trato equitativo a todos los competidores con los que ha corrido, independientemente de su trayectoria, equipo o clasificación. Peter Sagan llegó a declarar una vez que Boonen era su corredor favorito cuando tenía 16 años y que, gracias a él, se interesó por el ciclismo.
“He llegado a una edad en la que, aquellos que comenzaron en el ciclismo por mí, ahora son mis rivales. Si nos fijamos, por ejemplo, en (Michal) Kwiatkowski y (Peter) Sagan, son solo la punta del iceberg. Muchos chicos y chicas empezaron a rodar en sus bicicletas porque me vieron hace 10 años ganando campeonatos del mundo o cosas así. Ha sido un verdadero honor que se acerquen a darme las gracias por haber sido una influencia en sus vidas. Nos montamos en la bicicleta por ti y aquí estamos ahora. En realidad, es lo único que cuenta: conseguir motivar a la gente para que haga algo con su vida”.
Acompañado por una multitud de fans y periodistas de camino al bus del equipo Quick-Step Floors, y con la intención de conseguir una declaración final, a Boonen le preguntaron qué haría a partir de ahora. Con su habitual desenfado, respondió riendo: “¿Ahora? Voy a buscar mi coche”.
Claramente, con tres trofeos como ganador del Tour de Flandes y cuatro de la París-Roubaix sobre la repisa de la chimenea de su casa, se puede permitir no preocuparse, seguir adelante y disfrutar durante años de la bicicleta, algo que se ha ganado con gran esfuerzo. ¡Le deseamos todo lo mejor!
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